viernes, 16 de marzo de 2018

Del baúl de los re-cuerdos 3

Alguien le indicó a aquel hombre la unívoca salida de la realidad.
Dicho hombre, asomó con ansias.
Dicho hombre, escaló.
Pronunció mil veces la palabra ahora,
luego, se golpeó el pecho con el puño herido de cristales rotos.
Aquel hombre comenzó su aventura.

A pocos kilómetros, perdió la cordura.
Ya no veía las quimeras celestes.
Quiso perderlo todo, y se quedó con migajas
del espejo con cuadrículas que medía su frente.

Alcanzó a reír con demencia en la segunda caída,
las rodillas peladas, la cara llena de tierra,
no importaba más que el ahora sin pausa
pero el precio era perderse de lo conocido y de la conciencia.

No llegó desarmado, pero sí agonizante, a la séptima maravilla.
Yo lo miré asombrada, como si tuviera alas.
Con una mano le dibujé la sal en los poros,
con la otra me borré y dejé que él me olvidara.
escrito el 8/Mar./2018

jueves, 15 de marzo de 2018

Del baúl de los re-cuerdos 2

El otro día me impuse ante los maullidos.

No hacía falta ningún pelo negro, Reymon. Estás tan vulnerable como yo, chiquitín.
Pero vos clavás tus garras en mis piernas y yo solo lloro ante la crueldad de la inmundicia conformista.

Mutame,
oxidame.
Dame.
No uses el laberíntico manejo de mis redes neuronales.
Soy más compleja de lo que notás, negrito.

Entre las penumbras, escuché voces. No, ladridos no, voces.
Como las de las luciérnagas en esa anochecida senda del Uritorco.
Bueno, ya sé que las luciérnagas no emiten voces sino luces.
Pero es lo mismo. Comprenderás,
que la iluminación es partidaria de la oscuridad
porque la necesita.
Bueno, eso.
Y las voces no callaron hasta el mes siguiente del año anterior.
Sí, hablo de meses y años pero no gregorianos.
No sé quién era ese tal Gregorio porque no me importa.
Me importa
aquella garra
que deslizo
cuando me asqueo de la suavidad.

¿Que con quién estoy hablando?
No sé, pensé que era con vos.
Siempre equivoco el oído que escucha.
Siempre equivoco el oído que no oye.
escrito el 8/Mar./2018

martes, 13 de marzo de 2018

Del baúl de los re-cuerdos 1

Un loco trastabilla con la inercia.
Mientras lo observo, fantaseo.

El loco soy yo y es otros tantos
heridos en la nebulosa.
Como una sombra, ejecuta su inexistencia.

¡Qué bien huelen los limones!,
exclama el loco que suda esta siesta.
Vaya a saber uno qué ha buscado en la maraña
de la mañana,
que ahora aspira limones y seduce a las palomas.

Ay de mí, loco, la casi cuerda.
La más cuerda de las sogas.
¿Me atás con ella en el pertinente letargo de tus labios?

Por acá soy tan continua,
tan arrancada del piso,
y todo huele tan mal, tan mal
que ahora anhelo limones.
escrito el 8/Mar./2018