domingo, 30 de septiembre de 2018

Re-cordis

Quería encontrar un reflejo, pero mis ojos eran barro seco y por ende oscuridad.
Sin otro rumbo más que el filtrarme en rendijas abiertas del sistema,
me dejé llevar por todo lo que parece absurdo para la razón.
Animal terrestre y con sangre hirviendo,
me fui sacando las partes como el águila escondida
en una caverna
eligiendo el cambio antes que la muerte.
Pero no se vence la sed tan fácilmente.
Hay en el medio un sinfín de ríos que desembocan en demasiados mares,
todos diferentes
todos nuevos.
Si tengo que observar los caminos que transité hasta ahora,
me pierdo,
ya no me reconozco entonces tampoco puedo verme en ellos.
Acudo seguido a la nostalgia para observarme antigua
y sin arrancarme más capas que provoquen mi derrumbe,
el ahora
baila inmenso
entre las redes energéticas que recorren el universo.
No sé qué hechizo me trajo hasta este preciso segundo
tampoco sé hacia dónde me llevará el segundo siguiente,
el barro seco se fue rompiendo pero aún queda resto,
y hay una puerta dentro mío,
que late, llora sangre, devora e inflama
hasta el punto en el que necesito gritar para no asfixiarme.

¿En qué otro cruce del universo se disuelve
la energía que hoy me está atravesando violentamente,
para así equilibrar el mundo?

Una flor cayó en mi cabeza desde la copa más alta.
Y no cerré los ojos nunca más.
escrito el 24/Sep./2018

sábado, 29 de septiembre de 2018

Que nadie

Que nadie vuelva que nadie imponga
que nadie intente soslayar la cotidianeidad,
esa maquinaria que nos hace apagar alarmas con la mano dormida,
que nos hace ver en una ventana la vuelta del sol,
que nos recorre con un algoritmo programado
y nos ordena si - según - mientras que - repetir hasta,
que nadie pretenda la revolución de nadie,
    para que exista el vientre
en el que nos recostamos a nacer de nuevo,

que no necesitemos el regreso de nada, de ninguna forma conocida
para enredarnos con el fuego.

Que nos brote en los dedos el entusiasmo,
que cada noche sea una agonía,
que no confiemos en los dictados,
que no tengamos filtro.
Que nos pique el infinito
que nos rasquemos.
Y no preguntemos dónde cómo ni cuándo
encontraremos el sentido,
que solo acabemos el cuadro
escupamos los rezos
caminemos sin culpa.

escrito el 25/Sep./2018