jueves, 15 de marzo de 2018

Del baúl de los re-cuerdos 2

El otro día me impuse ante los maullidos.

No hacía falta ningún pelo negro, Reymon. Estás tan vulnerable como yo, chiquitín.
Pero vos clavás tus garras en mis piernas y yo solo lloro ante la crueldad de la inmundicia conformista.

Mutame,
oxidame.
Dame.
No uses el laberíntico manejo de mis redes neuronales.
Soy más compleja de lo que notás, negrito.

Entre las penumbras, escuché voces. No, ladridos no, voces.
Como las de las luciérnagas en esa anochecida senda del Uritorco.
Bueno, ya sé que las luciérnagas no emiten voces sino luces.
Pero es lo mismo. Comprenderás,
que la iluminación es partidaria de la oscuridad
porque la necesita.
Bueno, eso.
Y las voces no callaron hasta el mes siguiente del año anterior.
Sí, hablo de meses y años pero no gregorianos.
No sé quién era ese tal Gregorio porque no me importa.
Me importa
aquella garra
que deslizo
cuando me asqueo de la suavidad.

¿Que con quién estoy hablando?
No sé, pensé que era con vos.
Siempre equivoco el oído que escucha.
Siempre equivoco el oído que no oye.
escrito el 8/Mar./2018

No hay comentarios.:

Publicar un comentario