lunes, 20 de febrero de 2017

Un verdadero triunfo

La protuberancia de su ausencia, tan mística, tan llena
de felicidades...

Se suicidó, el día que empezó a ser lo que no era
se mató a mazazos, se hizo moco,
pensando quizás que en ese mismo cuerpo transportaría sólo la mentira que se fundó.

La ausencia de su voz, esa sal divina que es la ausencia cuando es rica en alegrías.
El vacío fundamentado por la tormentosa locura que la calma,
que vino
en su ausencia,
supo tapar.

La protuberancia, la sensatez, la silueta de su ausencia
esa que veo aún si lo cruzo en persona, caminando,
aún esa
que valoro inmensamente
como la mejor
de las decisiones tomadas.

La gloriosa ausencia de sus manos, infinitamente felices las mías tomando la botella de cerveza,
sirviendo en el vaso su frialdad amarillenta,
su composición, ahora, sin nada que lo delate.
Porque en compañía de su ausencia, no hay rencor, no hay miseria, no hay siquiera recuerdos, no hay nada,
hay sí la capacidad de amar cabalmente, de caer en una boca consensuada y nítida, y rica,
abierta
sincera
torpe en deseos
cálida.
Hay, un disco sonando que no lo recuerda absolutamente en nada,
que canta Time Fate Love sin siquiera dibujarlo; dibuja otras cosas,
mece otros instantes,
aclama el presente, sí.
Me ve
perdiéndome en estas letras, donde a medida que escribo a algo que no es,
que no existe,
me entrevero
en
el
olvido.
escrito en Jun./2015 aprox.

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