La pared tiene formas raras y el cielo, colores estridentes,
todo se mueve de manera obtusa y vos, vos te pedís un jugo
y estoy a solas y a la vez, con el mundo
me callo
y la puerta de este bar de Asunción dice Estire en lugar de Tire.
Y lo veo
siento cómo agarro sin cuidado la manija de la misma
y al querer abrirla,
se estira de manera infinita, mientras la traba del picaporte se mantiene en su lugar
inmutable
y el vidrio como un líquido transparente continúa dilatándose mientras sigo
intentando abrir la maldita puerta.
Me asusta un bocinazo, vuelvo en mí
y me duele mucho el cuello
"rectificación", dice la radiografía,
la puta madre, digo yo.
El mareo es atemporal,
el piso es un conjunto de surcos sin sentido,
mis pies son bolsas de plástico,
y todos son loquitos
el de la esquina, es un loquito, grita sobre Obama cosas inentendibles,
la que atiende el bar es una loquita, a cada segundo se enoja.
Vos sos un loquito,
y los paraguas te miran de manera muy extraña.
Yo soy una loquita
me ponen histérica las personas que me recomiendan shoppings,
me divierte que la puerta se estire y que me den miedo los transeúntes.
Imito las voces,
me pierdo,
sigo callándome porque es lo que mejor me sale
todos se van volviendo locos
como dice el tango
loca yo, loco él.
Todos locos...
Y en la muerte nos veremos tan orates como imbéciles,
si es que no es lo mismo desde el vamos.
Y ahí bien loquitos sembraremos pánico con nuestro aliento.
Pero en el mientras-tanto
yo, loquita,
en una mesa recuerdo las estupideces
con las que dejé de sentirme identificada a lo largo de mi vida.
No importa si es Buenos Aires, Resistencia o Asunción, ¿es que no te das cuenta que sucede igual?
¿No ves que va la luna rodando por Callao?
escrito en Feb./2016 aprox.
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