sábado, 19 de noviembre de 2016

Carpo y llagas

En la noche cerrada y oscura me da la bienvenida un bar negro y pintarrajeado con Quién baja la pala y yo, con quince años momentáneos, bailo un poco y canto. Se empiezan a destapar las cervezas con sus duendes burbujeantes dentro, mirándonos alegremente desde el interior del vidrio, mientras ahora Time fate love parece retorcerme de a poquito el hígado, los intestinos, el estómago y los ovarios de tanta hermosura. Una secuencia literalmente mágica de canciones que se agolpan (y que, además, suenan enteras), va tejiendo mi noche nueva-noche-mejor, porque cuando luego el Indio aparece con la estilográfica frase “Un día después, después de vos, crucé los dedos”, todo se empieza a zambullir con todo, somos amigos, vientos, ceniceros, indecentes infantes en la sociedad enferma gritando rock. Urdiendo rock. Demandando rock.
Se hace de día durante un segundo cuando un acorde agudo penetra en el tímpano; después, noche de nuevo, hacemos gárgaras con lo que quede de nosotros, inventando brazos para agitar un poco, inventando pies para saltarlos, inventándonos para ser. Crua chaaaaaaan, gritamos como imbéciles, felices imbéciles. Y ninguna risa se mezquina, ninguna sonrisa tiene dueño, todos somos uno, no se mezquina nada porque no hay mezquinos.
Y porque podemos elucubrar vacíos enormes repletos de adrenalina, y en cada salto una nueva meta, reticular, que se abre paso ante los parlantes. Todo va siendo como es, inmenso, y yo, con mi ansiosa cara de mueca alegre, me aprecio el valor un momento, y grito ¡Sueña un sueño imposible!, porque todos los sueños son en realidad imposibles, porque mientras sean sueños, eso son, imposibilidad, flagelo, miedo, placer.
Pienso… en qué planeta cabrían tantas historias juntas encerraditas en una sola noche. ¿En el mío? ¿En el de todos? Por eso chocamos, por eso los planetas chocan, y hasta algunas veces además se alinean. En la noche que me da la bienvenida con este combo de suertes, me planto en una sola rama: la de la música. Sí, soy espanto, soy viento, soy lágrima, soy juvenil ancianidad, soy todos mis sueños imposibles, y la vibración, esa vibración que me pone la piel de pollo, la cabeza de giros.
El disfrute en la piel.
escrito en Nov./2014 aprox.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario