electriza la palma con su palma,
cuenta los dedos con sus dedos,
llueve y da de llover mientras una guitarra
sonando nubla el techo-cielo,
resuenan cantatas para puentes en las huellas digitales, sales,
serpientes sin veneno, desiertos prometen
tacto y hastío, altas temperaturas y oscilaciones,
un safari espontáneo, visiones de fauna, leones durmientes,
estanques, monos y tigres (tigres que se ven en la lluvia de Spinetta)
sí, todo llueve
el pliegue, la yema, las líneas de la mano contando secretos.
A que no te animás a encender el fuego
desafía una de las manos a la otra,
a que no ardés, a que llueve en la mecha
primeriza y consternada de la noche.
A que sí, dice la otra.
Y el juego comienza pronto.
Una mano toma otra y se calcinan en el viaje
y una se ríe, y la otra consigue el vuelo
y las agujas del reloj frenan como dedos que se murieron.
escrito en Mar./2017 aprox.
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