del lado derecho de mi cama
casi cayendo, está echada,
la muerte enjuga mis ojos, sabe
los caminos que siguen las estrías
de mi espalda, bebe
los conjuros que expulso cada noche en cada sueño.
La muerte está echada, se relame
por cada segundo regalado al clímax, sangra
como un óvulo atardecido, llora
como un ojo cancelado por la verdad, asume
que es única y no sabe
que es muchas y que cada día
la vivo diferente al resto.
Está echada como serpiente alerta,
no me saca la mirada de encima,
a veces frecuenta mis alteraciones de consciencia, me divierte
hacerla perderse, matarse sola,
cubrirse con la nada y asombrarla con la vida,
sus hijos, los orgasmos, le rinden homenajes,
cada tanto, cada siempre, cada vez que explota el universo
y en otro plano, de repente, la encuentro
en uno de tus ojos vencidos
caliente, eterna y siempre nueva, gustando
de a sorbos tu vientre mojado luego,
absorta de luz, echada,
caída después de tanto andar.
escrito el 06/Jun./2017
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