domingo, 11 de junio de 2017

Ut canibus

Los canes, canibus, los ladradores del abismo,
los viejos y nuevos
movedores de colas, los manchados
y heridos, perpetrados y perpetuados
en dientes demoledores, infames hocicos,
nosotros, los sub-lobos, los cánidos cautivos,
casi sin domesticar, casi domesticados,
gruñendo la rama que nos tiraron lejos.

Partimos de un comienzo amputado
seguimos con el tiempo entre dientes, afilado
el hueso roído, la sed insaciable,
y morimos ya sin tiempo, sin raza, sin calle
sin sombra, sin colmillos,
renacimos, empezamos de nuevo, pelo a pelo
garra a garra.

Los canes, canibus, nosotros los perros
con la magia a cuesta y el aullido familiar
ese que nos transporta a la más potente vida sin amo
perros porque sí, animales
con el juego en la sangre, con el instinto por demás
creyendo
en la carne que devoramos, en el agua que nos deleita,
en la cucha que nos tocó, en la paz del río que atravesamos
a nado y contracorriente
nosotros, siempre en la lucha de conseguir comida
para el alma
nosotros los que vencemos
esa manía de temer si nos levantan la mano
con un cascote en el puño

sí que cascoteen
sí que nos quieran invadir
sí que nos puteen
sí que no nos comprendan
sí que nos quieran castrar
sí que nos impongan reglas
sí que nos quieran callar los ladridos
sí que nos hagan morir de hambre

porque nosotros, los perros, sólo necesitamos
el dolor inmerso en la existencia para unirnos aún más
necesitamos el miedo que arrastran cuando mordemos sus tobillos
y el grito perenne de la angustia que atraviesa
la noche, la luna, la ciencia del amor,
para sabernos más perros que antes, más canes-lobos-locos
más palabra gritada, más abrazo peludo
más oídos preparados, más ironía aceptada
para que la compañía en la jungla de cemento
se haga poesía.
escrito en Nov./2016 aprox.

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