el cosmos que besamos cuando nos besamos.
La fiebre de la vida apurada que no es vida.
Todo eso junto, y más
en un mismo día.
Pero llega luego un momento,
preludio del éxtasis
la charla que acompaña al vino (y no al revés)
la búsqueda
esa búsqueda interminable,
donde ninguna pregunta reclama respuesta,
donde el hilo conductor se rompe,
y sólo contamos con una ventana,
un par de medias puestas en las piernas desnudas,
una lista interminable de pensamientos pacíficos
y la conciencia (fina, limpia, exacta)
de que somos lo que queremos ser.
escrito en Jul./2016
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