lunes, 4 de julio de 2016

Enitsuj

Creeme que se acuerda,
creeme que no fue una pendejada, que se acuerda, de todo se acuerda.
Creeme
que a veces se pone a juntar hojas secas
que salta rayuelas y la soga aún en momentos donde no se siente más que una niña
creeme que remonta barriletes alguna que otra vez,
que no fue mentira
que ella no es mentira
que existió
y que, aún hoy, sueña con una flor naranja
y no sabe bien por qué.

Creeme que se pierde a veces,
y se sienta a perpetuarse en letras borrosas.
Creeme que sigue jugando: tira palabras como piedras
y las convierte en algo
que quiere decir.
Creeme que tiene ganas de mostrártelas pero luego
se resiste.

Creeme que recuerda casi sin esfuerzo
las mañanas invernales en las cuales repartía volantes
y recibía mensajes con letras de canciones o
un simple anhelo de una historia nueva
en la caja enferma despachadora de mensajes de una red social.

Creeme que le brillan los ojos
y le pica todo el cuerpo
cuando siente ganas de que suene Fuji lejos...
y un Dylan impermeable le abre la puerta
hacia un más allá insondable
que nunca dejó de conocer;
a un lugar donde nunca dejó de ir.
Creeme que sonríe, y lee,
creeme que cree en los duendes y en la bohemia,
creeme que se reencontró con su espejo,
creeme que no se robó abalorios más que para regalarlos.

Creeme que llueve
sobre ella
como un octubre plateado
ya pasado
donde se rockeó todo
hasta el hartazgo
y se hundió en un pantano,
quizás, el más peligroso de su vida.

Creeme que tuvo deslices;
se sumergió en el vino picado y tenebroso
creeme que fue y no volvió de a ratos,
pero fue.

Creeme que es todavía.
escrito en Oct./2015 aprox.

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