no es porque quiera mirarla
sino porque estoy justo enfrente,
la parada de colectivos
siempre estuvo en este lugar
así que no es nada nuevo.
Miro la ventana
con la frialdad con que mira un muerto
y al instante me doy cuenta
que no extraño nada.
La ventana está más allá,
no queda nada de lo que pasó adentro.
Peor aún, me doy cuenta que
nunca lo extrañé, nunca.
¿Cómo puede ser que ahora lo vea tan claro?
Ahora, de qué me sirve.
Nunca extrañé esa presencia
y ni siquiera me perturbó un poco la ausencia.
Y yo ahí
engañándome a mí y a todos,
qué caradura fui.
Ahora tan claro,
la diferencia tan simple
el extrañar y el no
la diferencia entre blanco y negro,
así de evidente, y no lo veía,
sin embargo, en el momento.
Yo, la fría.
Mientras que lo que sí quería
estaba escondido justo justo
donde no lo estaba buscando.
escrito en Jun./2012 aprox.
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