miércoles, 4 de enero de 2017

Maldición, va a ser un día hermoso

Estoy
recolectando la basura existencial de campañas políticas
basura que no se puede, siquiera, reciclar,
fantaseando con el noticiero que voy en algún bondi
por Avenida Gral. Paz con mi cabeza en tu hombro
(pareciendo el destino más importante que la marejada
de los vuelcos que me hicieron desperdiciar tantos años sin mutarme),
y que chocamos contra el auto de la primicia, y que se arma un gran embotellamiento
y que mientras caigo en el choque y mi frente se golpea contra un asiento,
la cara de Massa me flota en un cartel
y pienso "si me muero, no iré a votar una mierda".
Quizás mejor, a la bosta el sufragio, a la mierda la fantasía;
tus ojos verdes están mirando un paisaje en una ventanilla
a no sé cuántos cientos de kilómetros
y mirarán después el celular, y después nuestros mensajes sexópatas.
Estoy
memorizando los vaivenes del aprendizaje-a-distancia
como un curso por iutúb-onlain,
ensombreciendo la cueva donde vivo, aunque sea de día
para que las formas un poco me recuerden la silueta
que se formaba con la cortina que nos miraba cuando atardecía.
Vaya que sí, que no cuesta nada
el cerebro anda solo, solo y perseverante, es su auto-atentado,
y es así como se desarma ante la fecha, la política,
la cortina y lo imaginado,
pero el bondi, tu hombro, y ningún choque,
todo eso es más real que el día y el sol pegado al asfalto.
Mi cerebro, qué más da, puede imaginarse que sin embargo cae nieve,
porque siempre hizo lo que se le canta, el muy puto.
Y hoy te ve, y ahora te recuerda
y le dice a mi mano que te escriba, que sí,
que te diga
que te mando un abrazo por cada kilómetro.
escrito en Mar./2015 aprox.

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