sábado, 16 de diciembre de 2017

¿Estará mal?

El día que renuncié a mi trabajo supuse que la rutina estaba hecha para romperla, entonces procedí a deponer mi cansancio en una locación de alternativas suficientemente esperadas como para sumar escalonadamente a la sensación esa casi imposible de definir, que muchos llaman felicidad.
Bien, supongamos que se llama felicidad (y así la quiero llamar). ¿Estará mal?, me pregunté.
El día que renuncié a mi trabajo sabía que estaba haciendo algo que muchos no harían; que por el futuro, que por la situación económica, que por el "qué pasará", que por el... Cajita de proyecciones, eso es siempre lo que tenemos más a mano, ¿y el ahora?... Entonces, la cajita de proyecciones también se rompió y se convirtió en el "ahora", en el "basta por hoy", en el "hasta acá llegamos". Ahora, bueno, ahora vivamos del ahora hasta donde podamos.
El día que renuncié a mi trabajo supe que ese trabajo nunca me había gustado, pero me había servido, que nunca me había sentido tan cansada, pero que ahora podía retomar algo de lo que había dejado sin tocar el abismo estresante. Fue así que vine a refugiarme, sí señores, y olvidarme del cumplir el horario donde debiera convertirme automáticamente en maquinita que no piensa, sino que sigue un procedimiento tantas veces absurdo.
El día que renuncié a mi trabajo me pregunté, dejar de ser maquinita que no piensa, ¿estará mal?.
Un zumbido de preocupación siempre hay, ojo, pero hay también alguien que disfruta de la música o de un partido de truco o de una tarde sentada en el pasto o cualquier cosa chiquita-cotidiana-simple. Eso es lo que no quise perder, renuncié a mi trabajo porque no lo quise perder.
Y porque la lejanía cuando se necesita un abrazo es todo un tema que la maquinita que no piensa no tenía más ganas de soportar. El día que renuncié a mi trabajo estaba segura de que hay muchas cosas mejores, que vendrán solas y casi sin buscarlas, y mientras tanto, será el proceso continuo que lleva a la felicidad, a soñar, a poner un disco de Miles Davis y poder escucharlo entero porque hay tiempo y no se anda corriendo.
El día que renuncié a mi trabajo me pregunté ¿estará mal querer disfrutar más y correr menos, estará mal pensar menos en el futuro y más en el ahora, estará mal escaparse un rato, por tiempo indeterminado, para socorrerse de la rutina infeliz o de la inconsistencia de los principios, estará mal salir de esa cueva y respirar un poco?
Yo creo que está bien, muy bien.
escrito en Jul./2013 aprox.

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