lunes, 13 de noviembre de 2017

El límite ese

En vista de que el verdulero rebajó los precios, el libro que estoy leyendo tiene un personaje con un nombre que me perturba, la birome se entrecorta y eso me obliga a remarcar cada palabra porque si hay manía que no me falta es la de que las palabras no se entrecorten por la chiflada birome gastada... En vista de que mis entrañas se retuercen, de que no soy un autómata determinístico, simplemente soy no-autómata, no-afanosa, no-previsible. En vista de que la fascinación es incompleta, las verdades separan las estructuras, en vista de que sigo puteando a la birome cuya tinta se entrecorta, y que el sonido de la pc es cada vez más misterioso.
En vista de todo eso, puedo llegar a deducir que las cosas serían un poco menos difíciles si fuese piedra-papel-tijera al mismo tiempo, enajenando todo juego perverso, invadiéndome de mí hacia mí, llegando al polo negativo donde converge todo lo positivo que no encontré en muchos.
Podría deducir también que no hay refutación a dicha deducción, que la muerte lenta de la espuma del café no se asemeja a esta muerte lenta del mirar pasar el tiempo, buscando eso que perdimos, eso que no ganamos por haber sido autómatas finitos, y de sí haber sido afanosos, previsibles y mezcla de tv, luz artificial y carpetas.
Podría deducir que me importa poco, y realmente nada, que alguien entienda estas palabras entrecortadas, porque no las puedo no-mezclar; no son autómatas y no se arrepienten de no ser verdulero-entraña-birome-estructura-sonido. Son, sino, sólo eso: palabras…acercadas al límite entre lo que ésta yo quiere decir y de lo que ésta otra yo está completamente negada a expresar.

escrito en Ago./2012 aprox.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario