¿O es la posibilidad de mi percepción la que me hace oír más fuerte el ruido antes que la nada?
¿Cuál es la posibilidad menos posible que quiero transitar ahora?
Leo que Spinetta dijo que cada nota es una esperanza mientras que el silencio no tiene más esperanza que la de ser una nota.
Pienso largamente en ello.
¿Quién soy cuando acude a mí el silencio?
Buena pregunta Julieta.
A veces creo que puedo ser un fantasma de esos que pasan desapercibidos
cuando en el plano del silencio, la muerte toma forma de ruido.
Pero el silencio generalmente es la muerte de algo
(de un acorde de guitarra,
de un portazo,
de un accidente de tránsito,
de un suspiro, etcétera).
Entonces nada me queda claro.
Podría contar que cuando estoy inmersa en mi silencio,
me asaltan las lejanas vacilaciones
donde siento ajenas mi piel y las cosas del mundo,
surge de repente la extrañeza,
o bien la introspección me lleva a recrearme sin cesar
en mil situaciones y personajes que no soy o tal vez sí
pero ahora no.
Podría contar que hay una zona entre la garganta y el pecho
que se lastima cuando el cerebro trabaja de más,
o que escucho diversas voces que hablan de lo que no,
de lo que nada, de lo que casi, de lo que pero.
Y así el silencio me baña de excusas.
Hoy puede ser distinto, me convenzo
pero él crea sus propios símbolos
y quizás también, sus propios tiempos.
Por ejemplo, en este momento estoy hablando en slow,
como si me hubieran ralentizado el alma.
Puede que de eso se trate,
que el silencio sea la pausa de la velocidad
en la meditación del mundo.
Nunca sé si podría encontrar el silencio absoluto.
Todo en el universo vibra con ondas sonoras
y dentro del rango que percibe el oído humano,
creo no poder hallar la ausencia total del sonido.
Tal vez ese sea mi problema.
Tal vez se estén escapando las palabras que dice el silencio
ante tanto barullo.
Tal vez esto que digo es el silencio cansado,
o la esperanza de ser algo más que una nota,
o la esperanza, así, lisa y llana, de no ser vacío.
escrito el 17/Ago./2017
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