que emerge desde un punto luminoso en el centro del pecho.
De ahí al caos hay un solo y estrecho paso.
Las puertas se abren con el deseo inexorable
que se genera en la palma de la mano ansiosa
y que se desarrolla y crece en cada segundo
como una burbuja de jabón mientras uno sopla.
Si esto tuviera nombre se llamaría desvelo,
si esto tuviera definición, sería la misma que la de la pólvora.
Si esto tuviera sentido alguno, no estaríamos acá,
tan sucios, increíbles, enfermos y curiosos,
no se nos acalambraría la mente tratando de observar el todo
desde una perspectiva lejana y continua y expansiva,
ajena a nosotros, tan nosotros como externa.
Si esto tuviera un camino estipulado sería una farsa.
Pues el mundo, oigan, es eso que pica por todo el cuerpo y nos involucra,
es llenarse el culo de preguntas y mezclar las respuestas adrede
para nunca saber nada.
Si esto tuviera comienzo y fin,
nunca existiría el eterno ahora.
escrito en Abr./2017 aprox.
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