Después de reírse y de mi Gracias sonrojado, desplegué la tarjeta y el pip vomitó un boleto. El calor en mi cuerpo me despertó de repente de la pereza matinal, y me reí de mí misma viéndome correr desde la ventanilla, es decir, con los ojos, quizás, del hombre que está a mi izquierda ahora y que parece observar todo con cautela y asombro.
Le dije Gracias al chofer como si su gesto significara el eslabón que perdí la mañana anterior, o la fe en la ternura que también pierdo algunos días. Le dije Gracias al chofer como si me hubiera salvado la vida.
escrito el 28/Jul./2017
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