domingo, 30 de julio de 2017

El eslabón

Le dije Gracias al chofer del colectivo ni bien frené y logré respirar. Corrí desde una cuadra atrás y no sabía, hasta que lo noté sonriendo, si me había visto en tamaño apuro por alcanzarlo. Además, no había nadie esperando en la parada, por lo cual no tenía un motivo para frenar, a no ser que.
Después de reírse y de mi Gracias sonrojado, desplegué la tarjeta y el pip vomitó un boleto. El calor en mi cuerpo me despertó de repente de la pereza matinal, y me reí de mí misma viéndome correr desde la ventanilla, es decir, con los ojos, quizás, del hombre que está a mi izquierda ahora y que parece observar todo con cautela y asombro.
Le dije Gracias al chofer como si su gesto significara el eslabón que perdí la mañana anterior, o la fe en la ternura que también pierdo algunos días. Le dije Gracias al chofer como si me hubiera salvado la vida.
escrito el 28/Jul./2017

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